17/12/11

Pornografía arquitectónica y otras perversiones__[Part. II]



Gran parte de la problemática enunciada [en la entrada anterior] reside en la cultura de lo visual [fomentada por gran parte de la prensa especializada en arquitectura].
Giovanni Sartori, en su libro “Homo Videns”, define al hombre como animal simbólico: “[Lo que hace único al homo sapiens es su capacidad simbólica]”, citando para ello a Ernst Cassirer:

“El hombre no vive en un universo puramente físico sino en un universo simbólico. Lengua, mito, arte y religión [...] son los diversos hilos que componen el tejido simbólico [...].Cualquier progreso humano en el campo del pensamiento y de la experiencia refuerza este tejido [...]. La definición del hombre como animal racional no ha nada de su valor [...] pero es fácil observar que esta definición es una parte del total. Porque al lado del lenguaje conceptual hay un lenguaje del sentimiento, al lado del lenguaje lógico o científico está el lenguaje de la poética.[...]”

Cuando sustituimos, esa capacidad simbólica por la imagen, se produce lo que G. S. define como “empobrecimiento de la capacidad de entender”, es decir, el conocimiento del homo sapiens se desarrolla en el ámbito de conceptos mentales e ideas, que no es en modo alguno el mundo percibido por nuestros sentidos. Por tanto la cultura de lo visual, invierte el proceso de lo sensible en inteligible: observamos imágenes, no conceptos, suprimiendo totalmente el procedimiento de abstracción

Ideas, conceptos, abstracción; términos imprescindibles en el desarrollo arquitectónico, que desaparecen o pasan a un segundo plano.

Me referiré ahora, a las publicaciones especializadas en arquitectura [la pornografía]
No se puede obviar, que se trata de ediciones hechas por y para arquitectos, y que desempeñan no solo una función divulgativa y critica, sino que también deben servir de herramienta en el desarrollo proyectual.

Lejos de ser algo puntal, son varias las revistas, en las cuales ni siquiera aparecen plantas o secciones [documentos básicos, desde mi punto de vista, para generar y contar un proyecto].
Es decir, engañan al espectador en espectaculares renders y hermosas fotografías (en ocasiones retocadas), escondiendo documentos fundamentales de proyecto, muchas veces debido a que su calidad es ínfima.
Siendo consciente del contexto temporal en el que vivimos, no se puede obviar el amplio abanico de posibilidades que nos ofrece la tecnología. No estoy en contra del render como herramienta complementaria, para la narración del proyecto, pero en ningún caso puede servir para disimular un mal proyecto, y mucho menos sustituir a los documentos básicos, ya mencionados.
Hoy en día, existe una distorsión el el modo de abordar la arquitectura: la preeminencia del sentido de la vista sobre todos los demás [algo que explica muy bien JuhaniPallasmaa en "Los ojos de la piel"]. Esto, [alimentado por las mencionadas publicaciones especializadas] ha degenerado en un vouyerismo arquitectónico, que focaliza todo el interés en la acción de mirar en sí misma: la experiencia arquitectónica, se sustituye por el acto de ver. La foto reemplaza al espacio, obviando el resto de los sentidos, lo cual nos proporciona una percepción incompleta y sesgada de la obra arquitectónica.

James Stewart disfrutando de la obra de Calatrava desde su "ventana indiscreta"
La buena arquitectura no es solo una imagen bonita, sino que debe ser eficiente, funcional, y a la vez basarse en ideas y conceptos arquitectónicos, siendo capaz de generar en el usuario (y digo usuario, no espectador) sensaciones y emociones, que en ningún caso pueden reemplazarse por la “poética” de un render.
Más arquitectura y menos marketing.

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