No, no se asusten, de momento no
nos planteamos participar en el “pasapalabra” aunque no sabe uno qué es lo
próximo que va a tener que hacer para ganarse el pan, ese pan que con tanta
facilidad (no sin esfuerzo) nos ganábamos los arquitectos hasta antes de la
crisis. Ya no me refiero a ese bache económico llamado “crisis” por el que pasa
Europa, sino al “socavón” por el que pasa la arquitectura. Y es que uno no
puede hacer menos que preocuparse cuando en los últimos días escucha los datos
que rodean a la arquitectura en España: uno de cada dos arquitectos en este
país está en paro, el 50% de los estudios ha cerrado y el que permanece abierto
factura un 10% de lo que facturaba hace 5 años. Ante esto la respuesta ha sido
casi inmediata: “pues nos marchamos a otros países” esto es lo que han hecho
muchos y pensado otros cuantos pero parece que no es la panacea puesto que las
condiciones de los que emigran como asalariados son muy duras y el que decide
abrir un estudio se encuentra con bastantes problemas burocráticos.
Por ello, el sector está
desperezándose y se plantea luchar ya no por hacernos ricos sino por sobrevivir. Y
parece ser que lo que va a sufrir la profesión es una Revolución, una Reinvención,
una Reconversión hacia aquellas
cosas que antes solo realizaban unos pocos estudios por ser mucho menos rentables
que las obras de nueva construcción. Estamos refiriéndonos a tasaciones,
inspecciones técnicas, especialización en nuevas energías y sobre todo la Rehabilitación.
Parece ser que esta palabra, rehabilitación,
es la que separa a los arquitectos europeos que les va bien (Alemanes,
Británicos, Suecos, Daneses) y a los que nos va mal. La razón básicamente es
que en Dinamarca el 80% de los arquitectos se dedican a la rehabilitación de
edificios y a su mantenimiento, en Alemania el 60 % y en España es apenas un
20%. Y no será porque los arquitectos españoles no tengamos esa formación
necesaria o simplemente rechacemos este tipo de trabajos y en Dinamarca los
acepten, la clave está en una concienciación global comenzando por los de
siempre, el Gobierno. Principalmente se le pide que agilice en aspectos
burocráticos (licencias) y lance las actuaciones con un decreto de
rehabilitación para antes del verano buscando
como dice en unas recientes declaraciones Jordi Ludevid “la rehabilitación
arquitectónica no segmentada y que evite la destrucción del patrimonio
histórico nacional”.
Ésta es sin duda una de las
salidas que nos quedan a los arquitectos pero también parece que hay otros
mercados por explotar, en este caso la Rehabilitación
energética tal y como proponen los técnicos de WWF España que hablan de
rehabilitar energéticamente más de tres millones de viviendas buscando la
eficiencia energética de las mismas. Una práctica que ya se ha llevado a cabo
en Alemania (dónde iba a ser sino) rehabilitando más de un millón de viviendas
gracias a la financiación del banco estatal Kfw y ha producido 240 000 empleos
nuevos al año. Por lo tanto, es una práctica que no se debería descartar,
aunque los problemas parecen los de siempre, obstáculos normativos y problemas
de financiación.
En definitiva, que no todo es
negativo en las noticias con la palabra “arquitectura” y nos queda algo de
esperanza ya que tal y como hemos concluido en otros artículos anteriores, si
algo le queda al arquitecto es su buena formación y la capacidad de
reinventarse.
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