1/3/12

Uno más uno son siete...

Hasta Fran Perea se había dado cuenta de esto, pero no se que tenemos los arquitectos que a ciertas fiestas siempre llegamos tarde.

Mientras el mercado laboral se complejiza y evoluciona, el colectivo de arquitectos sigue, en general, anclado en esquemas funcionales obsoletos, que dificultan la satisfacción de servicios que se le demandan.
La realidad arquitectónica actual [crisis económica al margen] se torna enrevesada: en una época de hiper-regulación, fragmentación laboral y proyectos, cada vez de mayor escala, la figura del arquitecto omnipotente resulta inviable. Temas como la incorporación de factores sociales al proyecto arquitectónico y la interacción con otros campos, hacen imprescindible la creación de equipos multidisciplinares.

Estructura de trabajo de equipo multidisciplinar

La antigua estructura de jerarquía piramidal [vertical] languidece, siendo posible únicamente en los mega-estudios, cuyos arquitectos insignia [generalmente] hace tiempo que se olvidaron de la arquitectura y se dedican a vender marca e imagen. El resultado suelen ser antiguos modelos regurgitados una y otra vez, de escaso interés arquitectónico.
Como reacción, en los últimos años, comienzan a surgir los primeros colectivos [el ejemplo más conocido es el de zuloark] y equipos heterogéneos de carácter horizontal. Algo muy asentado [además de en el mundo anglosajón] en otras áreas, y que los arquitectos hemos estado negando durante tiempo mientras nos mirábamos el ombligo.
Sirva como ejemplo el premio Pritzker, que se otorga a titulo individual. Pero a nadie se le escapa que detrás de estudios como el de Nouvel, Hadid... están cientos de personas anónimas.

Las ventajas de una red de trabajo horizontal son numerosas: la ampliación de perspectiva del trabajo y de análisis, ruptura de las resistencias y criterios preconcebidos, ahorro de tiempo y energía, mejor rendimiento de las competencias individuales, con la actuación del personal más indicado para una situación determinada, no se depende de una persona o de una sola profesión, permite un cierto distanciamiento intelectual respecto a lo cotidiano...

Una suma de conocimientos orientados a un mismo fin, cuyo resultado es mayor que la suma de las individualidades.
Por lo tanto, un grupo de trabajo multidisciplinar de profesionales especializados, pueden competir más y mejor en la difícil situación actual, frente al antiguo modelo basado en asumir la tarea proyectual y subcontratar el resto [véase estructura, instalaciones, urbanismo...] a gabinetes externos, lo cual resulta cada vez más difícil a nivel económico y funcional.

Por supuesto la salida del laberinto no es tan clara y evidente, y existen varios dilemas.
En primer lugar la responsabilidad legal no es compartida, por lo que aparece un factor de desequilibrio jerárquico. Es obvio que en un equipo de iguales, la responsabilidad no puede recaer sobre una única persona.
Por otra parte, no podemos olvidar el componente artístico de la arquitectura. El arquitecto como agente creativo, necesita expresarse de forma individual, y esta expresión subjetiva se diluye al insertarse en un equipo de trabajo de carácter racional.
Saenz de Oiza decía que sus edificios eran como hijos, y ya se sabe que cuando un hijo tiene veinte padres, la cosa no acaba bien...

Arquitecto "solo ante el peligro"

Ante todo esto no soy capaz de escribir una conclusión coherente. Lo único que me atrevo a decir es que la arquitectura debe insertarse en un contexto no solo espacial, sino también temporal, y debe transmitir la esencia de la sociedad que la produjo y por tanto no puede ser ajena a la situación laboral actual. Quizás haya llegado el fin del arquitecto solo ante el peligro.

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