21/3/12

Sobre el poder didáctico de las vacas flacas


…o la selección natural orientada a nuestros días y a nuestra profesión.

Darwin haciéndose muchas preguntas

Decía el arquitecto Juan Herreros en una reciente entrevista que “hay que entender el contexto económico y cultural actual. Lo original ya no es la explosión y la grandiosidad, sino la sutileza y la sorpresa. Ése es el poder pedagógico de la crisis”. Es la clave, y no le falta razón.

Leía no hace mucho en un conocido medio de comunicación un artículo sobre cómo la crisis agudiza el ingenio y cómo son ya muchos los arquitectos (jóvenes en su grandísima mayoría) que, visto el panorama, deciden apostar por otras vías para poder darse a conocer y empezar a trabajar. O para poder empezar a trabajar, sin más. Pequeños estudios emergentes que no han tenido más remedio que adaptarse a una arquitectura de grandes proyectos y pequeños presupuestos, o pequeños proyectos y mínimos presupuestos. Una arquitectura en la que el detalle es el que marca la diferencia.

Valientes son los que emigran, pero tanto o más valientes son los que se quedan. Nuevos integrantes de una profesión saturada y de un contexto cambiante, una jungla donde la lucha por lo poco que hay para llevarse a la boca es feroz. Donde los jóvenes buscan un territorio que hacer suyo y los viejos deben renovarse si no quieren perder el que tenían.

Reformas, rehabilitaciones, nuevas tecnologías… la novedad, el gesto, la sorpresa. Innovar. Adaptarse o morir. Para los nuevos y para los que ya estaban. Ésa es la cuestión.

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