21/2/12

Langostas en el desierto

Recientemente leí un artículo en EL PAÍS titulado “Singulares y plurales”  donde se define lo individual y lo singular representando el papel de cada uno de estos términos en la sociedad.

El carácter individual está en alza en el mundo como un medio para alcanzar el éxito sin pararse a pensar en los demás, preocupándose únicamente por el individuo. Dentro de nuestra profesión, ésto significa sacrificar derechos para poder conseguir un encargo, generalizándose tanto que, como consecuencia, lleva a una devaluación del gremio.

Los arquitectos que han vivido el período de opulencia constructiva previa a la crisis económica se ven ahora atrapados, víctimas de la que fue su propia individualidad a la hora de permitir la exageración edificatoria. Muchos de ellos deciden cerrar sus estudios por la falta de trabajo para reabrirlos en países donde el desarrollo constructivo se encuentra en pleno auge, como langostas que van de campo de cultivo en campo de cultivo devorando todo a su paso.


La figura del arquitecto saliendo de la individualidad

Sin embargo, frente a lo individual existe lo singular, ser miembro activo de una comunidad, ser alguien singular y concreto, ya que sólo se es diferente en comunidad; tener conciencia de que cada acto repercute en la sociedad. Es esa reflexión la que, como profesionales de la arquitectura, debemos tener. El arquitecto debe ser un miembro activo de la comunidad, sin quedarse al margen mirando desde lo alto de una torre cómo el resto del mundo lo venera. Ese tiempo ya ha pasado. Somos las nuevas generaciones las que tenemos que tomar conciencia y luchar contra las injusticias pasadas para ir mejorando poco a poco en vez de repetir los mismos errores e ir dando tumbos buscando un trozo de tierra donde nos dejen construir una obra magistral que llene portadas de revistas de arquitectura y secciones de críticas en los periódicos locales.

Toda generación busca su contrapunto con la precedente, la nuestra puede ser la que acabe con la individualidad arquitectónica, trabajando en conjunto con la sociedad y sin devorar todos los campos de cultivos como una plaga de langostas.

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